ESPÍRITU SANTO
13 de abril de 2018Temas
- Tengo grandes deseos de buscar a sólo Dios y me deshace de amor que sea Él el que me busque y que me lo dé a conocer por tan delicados modos. Me ha comunicado la plenitud de su Espíritu y me sigue llamando suavemente a la fe y al amor. (Pág. 77)
- Mañana es Pascua de Pentecostés. Y me estoy preparando con continuas invocaciones. Siento una tierna devoción al Espíritu Santo, Amor por esencia… Con la fuerza del Espíritu lo puedo todo. (Pág. 92)
- Le he pedido que me ayude, que rece por mí al Espíritu Santo porque necesito mucho de su luz y de su gracia. (Pág. 144)
- Pascua de Pentecostés. La Comunidad de Bérriz, vive muy hondamente la Liturgia. En esta gran fiesta en que la Iglesia celebra la venida del Espíritu Santo, hemos pedido unidas que el Espíritu de Dios se derrame sobre el mundo, sobre la Iglesia, dándole una nueva vitalidad, sobre Bérriz y su obra misionera, y sobre cada una de nosotras. Por mi parte he pedido a todas que rueguen mucho por mí, pues traigo entre manos asuntos importantes que requieren mucho espíritu y valor. Yo también estoy orando mucho para que el Espíritu Santo sea mi luz y mi guía en cuanto tengo que hacer y resolver. Sin su fuerza me veo incapaz de todo. Ahora más que nunca, necesito que el Espíritu me guíe y que no me deje dar ni un solo paso sin Él. (Pág. 162)
- Ojalá (Leonor) no ponga trabas a la acción del Espíritu Santo y siga avanzando hasta donde él la impulse. (Pág. 91)
- Las monjas van llenas de serenidad y buen espíritu. Y yo pidiéndole a Jesús, a todas horas, que el Espíritu me conduzca y me guíe. (Pág. 122)
- Estoy convencida de que, si es eso lo que Dios quiere, Él guiará las cosas y unirá las voluntades de todas con la eficacia de su Espíritu. (Pág. 165)
- …les he pedido oraciones, pues, ahora más que nunca, necesito luz y gracia del Espíritu Santo para regir el Instituto... (Pág. 203)
- Con oración continua y fidelidad al Espíritu que las guía y fortalece. (Pág. 215)
- Parece que palpo la asistencia del Espíritu Santo y los impulsos que nos da para crecer en conocimiento de Cristo, en amor a la Iglesia, en deseos del Reino. (Pág.260)
- Quiero que todas se entreguen a él (Jesucristo) y que le pidan su Espíritu para que en la educación de las niñas entiendan y realicen el plan de Dios: formar jóvenes, cristianas, sarmientos de la vida verdadera que es Cristo. ¡Qué sublime vocación! (Pág. 265)
- El Espíritu Santo me urge, insta y apremia a obrar con pureza y ardor desconocidos para mí… (Pág.267)
- Preocupación grande y seria del Instituto. Pido luz y acierto al Espíritu Santo… (Pág. 268)
- Ojalá que no pongan obstáculos a la acción del Espíritu…Siento que el Dios cuida al Instituto como a una planta pequeñita y débil que él quiere hacer crecer. Estoy segura de que, si somos consciente de nuestra pequeñez, él seguirá llevando adelante su obra. (Pág. 271)
- Después de que hablamos ayer en Comunidad sobre el espíritu misionero, me parece importante remachar en la reunión de hoy algunos puntos básicos de nuestra formación apostólica. Las misiones son obra del Espíritu y por tanto de la oración. El Reinado de Cristo en el mundo es la única misión de la Iglesia. Comprenderlo así, y convencernos de que somos miembros vivos del cuerpo de la Iglesia, es una gracia de Dios muy especial. Es una llamada a la vida interior del todo llena y perfecta. Nuestro deseo del Reino debe llevarnos a orar continuamente por los misioneros y misioneras, y a pedir para ellos el mismo fuego que el Espíritu Santo encendió en los Apóstoles en los comienzos de la Iglesia. Junto con el espíritu de oración, nada me parece tan importante como el testimonio de vida de las misioneras. La alegría, la entrega, la fidelidad al Padre, la confianza. En misiones se necesitan monjas de mucha vida interior, de probada abnegación, equilibradas y con la mayor preparación posible. (Pág. 167).
- Tengo grandes deseos de buscar a sólo Dios y me deshace de amor que sea Él el que me busque y que me lo dé a conocer por tan delicados modos. Me ha comunicado la plenitud de su Espíritu y me sigue llamando suavemente a la fe y al amor. La conciencia de tantos dones de Dios me colma de gozo. Quiero ser un instrumento dócil en sus manos. El Reino de Cristo y todo lo que traigo entre manos es materia de mi oración. (Pág. 77)