SUPERIORAS
13 de abril de 2018Temas
- Elección de Madre Comendadora, que ha recaído sobre mí. Estoy impresionada y triste. Me apena lo que dejo… (Pág. 98)
- Por primera vez me he dirigido, como Madre, a la Comunidad. Siempre he vivido confundida en esta Casa donde tantas Hermanas son ejemplo de virtud y ahora que el Señor ha permitido que reciba el nombre de Madre, mi pequeñez se hace aún más patente. Por eso, persuadida de que soy incapaz de gobernar con el acierto, prudencia y espíritu que deberían encontrar en mí, he puesto mi cargo en manos de la Virgen…También me he dirigido, por carta, a las misioneras. Me apena que quizá no encuentren en mí la ternura de la M. Nieves, pero quiero que sepan que ella y yo somos una. Me gustaría que le siguieran escribiendo y que a mí me dieran su confianza. (Pág. 99)
- Estoy en cama. La Comunidad se muestra contenta y muy cariñosa conmigo. Yo también las quiero de veras. Comprendo que voy a tener que esforzarme mucho para responder a las exigencias de mi cargo… (Pág. 99)
- En la reunión de hoy he abierto de nuevo mi corazón a la Comunidad. Quiero ser madre de todas, de las fuertes y de las débiles, de las tímidas y de las animosas, y que todas lo crean así. Quiero que el amor nos una y que unas a otras nos ayudemos a llevar nuestras pequeñas cargas… (Pág. 99)
- Quiero que en la Comunidad haya alegría y amplitud de miras. Son semilla de Bérriz trasplantada a China, y aunque las circunstancias no ayuden para ello, deben de esforzarse en conservar el espíritu de Bérriz: franco, alegre, sencillo, espontáneo y natural. (Pág. 102)
- Y me alegro de que mi cargo me obligue a vivir desprendida de todo, especialmente de mi propia estima… (Pág. 102)
- Quiero aprovechar el afecto que todas me tienen para acompañarlas en el seguimiento de Cristo. (Pág. 103)
- Siento que no hayan contado con mi parecer y que la consulta no se hay hecho, como correspondía, al Señor Obispo… Les he escrito una carta de tres pliegos… (Pág. 105)
- La facultad de ir a misiones que se nos concedió en 1926 caduca en enero de 1932 y aunque suponemos que esta facultad, cumplidos los seis años, nos la concederán para siempre, nos parece importante que la cuestión jurídica esté resuelta antes de esa fecha. Porque no sea que, al correr de los años, hubiera alguna superiora de otro parecer, lo que pondría en peligro la obra misionera de esta Casa. (Pág. 115)
- Que la Madre Superiora tiene defectos, no necesito que nadie me lo diga, ya lo veo yo. Pero también sé que reúne otras cualidades que hacen que me mantenga en mi decisión por encima de todo. (Pág. 167)
- Hoy, 30 de julio, víspera de San Ignacio de Loyola, hemos celebrado el I Capítulo General del Instituto…Ha recaído sobre mí el cargo de Madre General del Instituto, y en la M. Nieves, el de Vicaria. En los dos nombramientos ha habido unanimidad. (Pág. 202)
- Mi tarea (como Superiora) es orientar, alentar, con fe viva. He comenzado a escribir a las misioneras. Y como Madre de todas, les he pedido oraciones, pues ahora más que nunca, necesito la luz y gracia del Espíritu Santo para regir al Instituto según Jesucristo, con altura de miras. (Pág. 203)
- Hoy he dedicado toda la tarde a escribir despacio a las Superioras de las Comunidades. A todas les pido que acepten su cargo con espíritu de fe, con confianza, alegría y humildad. Si viven unidas a Dios, él guiará sus pasos y modelará sus corazones, haciéndolas cariñosas y amables con todas. Su principal tarea es fomentar el espíritu de familia y ayudar a la Comunidad a crecer en vida de oración, en alegría, en fraternidad y unión. Y para ello deben esforzarse en tratar a todas con cariño y respeto. Con confianza y libertad. Con amor y franqueza. Con anchura de corazón y serenidad de espíritu. Deber suyo es también comunicar bondad, espíritu apostólico y deseos del Reino. Despertar y apoyar las iniciativas de las jóvenes, y ayudar a todas a desarrollar sus capacidades. Y todo con mucha oración y humildad, porque puede darse que no todas estén contentas con su actuación, pero esto no debe desanimarlas. Su pobreza les ayudará a vivir en oración continua… (Páginas 207-208)
- Las cartas de las misioneras me ensanchan el corazón. Mi mayor gozo es constatar la buena disposición de todas y el entusiasmo con que viven su entrega a la misión. Conmigo son sinceras y francas. Estoy aprendiendo mucho de ellas, pues son capaces de hacer lo que yo no hago por cobardía. Quisiera intimar con cada una. (Pág. 208)
- Hoy he escrito a las Superioras animándolas a desempeñar su cargo con alegría, alentando siempre. Con entrañas de misericordia para abordar los problemas con cariño y serenidad. Con una generosidad inalterable con todas. Dando su tiempo y su descanso con afabilidad. Con libertad y sin abatimiento. Persuadidas de que el cariño y la solidaridad por todas engendra amor, confianza, respeto, sinceridad, espíritu de familia y libertad. Con la mira puesta en Dios. Con oración continua y fidelidad al Espíritu que las guía y fortalece. Él les ayudará a enderezar los errores y acertar en cada situación concreta con la voluntad del Padre. (Pág. 214)
- Le he pedido a la Madre Superiora de Wuhu que procure disipar con razones de espíritu la nostalgia que me dice que sienten algunas Hermanas por ver sepultadas sus carreras y estudios… (Pág. 216)
- La Madre Superiora de Saipán me aconseja que no mande a misiones personas de poca habilidad… El Señor nos quiere desprendidas, alegres y felices, en nuestra entrega por el Reino… (Pág.216)
- Estoy entregada como nunca, a la formación y dirección del Instituto. Y así quiero seguir, porque Dios me lo pide. Cuido mucho la dirección personal de cada hermana y aprovecho las reuniones y conferencias semanales para cuidar el progreso espiritual y la formación completa de la Comunidad. (Pág. 238)
- “Cualidades de verdadero superior”. A mi entender un verdadero superior es el que busca no tanto la obediencia del súbdito cuanto el acierto del mandato. El que sabe respetar la libertad del otro y nunca coarta, sino que le ayuda en todo. El que no aniquila sus cualidades para que no dé trabajo. A las Superioras del Instituto yo las quiero sencillas, humildes, prudentes, sufridas y prácticas, que se hagan cargo de las dificultades de las Hermanas, y que tengan un corazón igual para todas. Las quiero alegres, bondadosas y comprensivas. Abiertas, dialogantes, y que no sólo oigan y escuchen las opiniones de todas, sino que cuando sean acertadas, las sigan. Peligros a evitar. Cuando un superior permanece mucho tiempo en su cargo corre el riesgo de creerse superior y de que lo será siempre. Superior en espíritu religioso, en talento, en todo. De donde se deriva el poco caso que hace de los demás y cierto desprecio de su parecer. Y lo muy cuesta arriba que se le hace someterse a otros. Todo esto le aleja de la verdadera humildad, cuya ausencia suele disimular con frases y actos humildes externos, a poder ser públicos, con los que se persuade de que es humilde y que los demás también le tienen por tal. Y así como a un súbdito, si no es muy espiritual, le costará la obediencia, así a un Superior, cuánto más tiempo lleva en el cargo, más difícil le será la virtud de la humildad. También es muy fácil que el que es superior en una línea, tienda a actual como superior en todas las líneas. El que Superior de una Casa, sobre todo si lo es mucho tiempo, si no tiene gran cuidado juzgará y obrará como si fuera superior en todo. Superior en saber, en trato de gentes, en organización. Y así lo creerá en su interior, por lo que no consentirá que nadie se le anteponga ni le iguale. (Páginas 243-244)
- Poco a poco voy poniendo al día mi correspondencia. Hoy he dedicado toda la mañana a escribir a las Superioras de las Casas. Les he agradecido la confianza que me demuestran cuando me abren su corazón y me comunican sus inquietudes, sobre todo cuando a causa de inevitables equivocaciones están necesitadas de aliento y consuelo. Las he animado a afrontar las dificultades con valor y a mantener la libertad por encima de todo temor. Creo que es bueno que sean conscientes de sus limitaciones, porque, aunque no lo quieran, se equivocarán muchas veces. Todos erramos alguna vez y no es fácil acertar siempre con lo que a cada una le conviene. Pero esta experiencia no tiene que desanimarlas en el ejercicio de su cargo, al contrario, debería ayudarles a ir purificando su actuación hasta conseguir que su gobierno sea puro de intención y, en lo posible, un ejercicio continuo de caridad amable, de justicia serena y de imparcialidad absoluta. Deber suyo es emplear todos los medios que estén a su alcance para que el buen espíritu de la Comunidad no decaiga. Les he recomendado el diálogo personal con las Hermanas, en todo lo que toca a la vida de comunidad y a la manera de llevar sus cargos y responsabilidades, pero sin tocar para nada las conciencias. Estoy convencida de que el trato individual frecuente afianza el espíritu de familia y la unión de corazones. Otro medio, que considero importante, es la lectura de obras que abran horizontes y que ayuden a la Comunidad a centrar su corazón en Cristo. (Pág. 256)
- Le he escrito a la Madre Superiora de la Comunidad de Bilbao. Quiero que se llene de un amor sin límite a todas, y que cumpla, al pie de la letra, el programa que para este año jubilar tracé para mí… (Pág. 266)
- Escribo a la Madre Superiora de Bilbao. Le abro mi corazón y le comunico mis deseos. Quiero que se entregue generosamente al amor de Jesucristo, para que le enseñe a cumplir la voluntad del Padre con la misma fidelidad que él la cumplía. Que se identifique con él, con sus anhelos, intenciones y disposiciones, para que llegue a ser, como yo firmemente espero, una columna del Instituto y una gran santa. Quiero que se anime mucho, mucho, y que se vea siempre pequeña para que el Señor la lleve en sus brazos. (Pág. 269)