Vida de Oración (oramos, orar, rece, rueguen…)
13 de abril de 2018Temas
- De ahora en adelante quiero vivir atenta, vigilante, a la escucha de mi Dios. Mi maestro, que es al mismo tiempo mi Señor y mi Dios, no necesita lugares para hablarme. Lo mismo puede enseñarme en media hora de oración que con un buen pensamiento en cualquiera de mis ocupaciones. Para que a cualquier hora que hable el Maestro encuentre atenta a su discípula, permaneceré a la escucha. (Pág. 23)
- En la oración de la mañana me he sentido llamada a un conocimiento más íntimo de Cristo y he recordado sus palabras: Yo te elegí… (Pág. 24)
- El Señor me sigue pidiendo oración continua y unión con Jesús para alcanzarlo todo… (Pág. 28)
- He hecho Ejercicios Espirituales y puedo decir que me ha ido muy bien. El Señor espera de mí que me entregue a una vida de oración continua, de fe viva, de completo abandono, de amor desinteresado. La oración continua la entiendo como un centrar toda mi vida en Dios para gastarla en su servicio…Cuanto más unida esté a Dios, mejor instrumento seré para bien de mis hermanos, y cuanto más incapaz me sienta, más me llenará Dios. (Pág. 37)
- En mi oración sigo con facilidad y un gusto muy descansado…El Señor me atrae, cada día más, a esta confianza plena y encuentro en ella un tesoro escondido, fuente de paz inalterable. (Pág. 37)
- Mi vida interior, bien. Durante el día gusto lo que en la oración de la mañana se me da… (Pág.37)
- En estos dos últimos meses he continuado con mi oración de confianza. Algunos días con mucha aridez, y otros, con más facilidad… (Pág. 39)
- Tengo grandísimos deseos de ser apóstol de la oración y quisiera convencer a todo el mundo de que en Jesús to tenemos todo… (Pág. 40)
- Continúo con la misma sequedad y no es solamente eso. Mi oración no sé si es oración. No puedo tratar al Señor con la misma intimidad que hasta ahora y esto me deja como sin vida interior… En el Colegio, bien. Intento formar a las niñas según Jesucristo, pero comprendo que es inútil todo esfuerzo si yo misma no me uno íntimamente con él. (Pág.41)
- Hoy han terminado los Ejercicios. El reino de Cristo ha sido para mí el todo de estos días de oración. La base en que se asienta todo lo demás. Me he sentido llamada, con infinito amor, a un seguimiento de Cristo más verdadero. A participar de la misión que el Padre ha encomendado a su Hijo: anunciar el Reino y salvar a mis hermanos. El Padre me quiere totalmente entregada a los demás. (Pág. 47)
- Llevo tres meses de sequedad en la oración y temo ir apartándome, poco a poco, de Dios. (Pág. 41)
- Luego, liberada de algunos defectos, de los que estaba muy atada, empecé a sentir mayor amor a la oración, a la que siempre he sido muy aficionada. (Pág. 43)
- Mi oración es unas veces penosa, algunas otras, fervorosa y la mayoría de las veces me siento como un niño pequeño delante de su Padre… (Pág. 43)
- Tal vez me inspire Dios algo nuevo. Por ahora me sigue pidiendo con insistencia oración continua… (Pág. 57)
- …Sólo en dos cosas me encuentro siempre invariable. En el atractivo que siento por la oración, por el trato íntimo con Dios, y en el amor y entrega a los hermanos… (Pág. 57)
- El día 30 entramos en Ejercicios. Tal vez me inspire Dios algo nuevo. Por ahora me sigue pidiendo con insistencia oración continua, apoyada en Jesús, abandono en sus manos, humildad, caridad delicada con el prójimo y aprecio del padecer… (Pág. 57)
- A mí en Ejercicios me ha ido superiormente. Sólo aspiro a vaciarme de todo para unirme más con Dios y llevar vida de oración continua. Quisiera llevar la luz de Cristo hasta los últimos rincones del mundo. ¿Cómo? No lo sé. Sólo sé que la oración humilde y confiada, unida a la de Cristo, lo puedo todo. (Pág. 59)
- Hago oración a las cinco de la mañana. Me ofrezco a Dios para que, como en cera blanda, imprima en mí sus inspiraciones. Me siento llena de una paz suave y deleitosa que me hace no desear nada fuera de lo que ya tengo. (Pág. 61)
- En mi oración no he podido atender a otra cosa que a verme pobre delante de Dios. (Pág. 61)
- En el paseo de después de comer he saboreado despacio la vida en verdad y no sé decir el gozo que experimento sólo de pensar en vivir de ese modo. Vivir en verdad es permanecer siempre en Dios con fe viva, en actitud de amor y fidelidad. Es encontrar en Dios la vida, descubrirle como luz en la tiniebla, como consejo en la duda, como fuerza en la lucha. Es llenar en plenitud la vida de oración. (Pág. 63)
- Le he pedido que me enseñe por medio de la oración sencilla, a la que tanto me atrae… (Pág. 63)
- Hago mi oración a primera hora, tal como el Señor me ha enseñado. Ejercicio de fe desnuda, negación de mí misma y transformación en él por deseo. Esta oración me deifica y siento su influencia todo el día. (Pág. 64)
- Hago la oración a mi modo desistiendo de otros, y me siento llena de espíritu de Dios, de desasimiento de todo y de vida en verdad. La oración de fe me atrae cada vez con más fuerza y en ella me persuado de que la vida es preciosa porque puedo orar con fe viva y porque puedo hacer de ella “un don” para los demás. Le he pedido intensamente al Señor que me dé su amor perfecto y selo pido con tanta fe que me ha dejado ese algo que me uno con Dios, me renueva y me transforma. (Pág. 64)
- La oración La fe apagada, como si nunca hubiera tratado con Dios… (Pág. 65)
- Vida de abandono y de oración continua para dejar en manos de Dios todos mis cuidados y acudir siempre a Él para renovar en la oración este fuego de amor puro, en el que deseo consumirme. (Pág. 66)
- Le he escrito a Luisa Beristain para que, como buena carmelita que es, se dé un atracón de oración los días 19, 20 y 21… (Pág. 75)
- El triduo de oración ha servido para confirmar los planes… (Pág.76)
- Tengo grandes deseos de buscar a sólo Dios y me deshace de amor que sea Él el que me busque y que me lo dé a conocer por tan delicados modos. Me ha comunicado la plenitud de su Espíritu y me sigue llamando suavemente a la fe y al amor. La conciencia de tantos dones de Dios me colma de gozo. Quiero ser un instrumento dócil en sus manos. El Reino de Cristo y todo lo que traigo entre manos es materia de mi oración. (Pág. 77)
- El Señor me está pidiendo, con insistencia, oración, penitencia y ejercicio continuo de amor solitario y fuerte. Me mueve a ello, el amor a Jesucristo, la extensión del Reino y el deseo de que se renueve en la Orden el espíritu redentor. Por amor solitario entiendo una penitencia interior continua. Negación de gustos, vacío de todo y con ello, fijeza de la mente en Dios. Llamo amor fuerte a ese hábito de fortaleza que pasa por todo y rompe con todo, con tal de contentar a Dios, aún en las cosas más pequeñas. (Pág. 79)
- Deseo nada más, pero deseos nuevos, nacidos de aquella oración que él quiso darme y que tan cambiada me dejó. (Pág. 80)
- Con mucha presencia suya durante el día y con grandes deseos de fidelidad, pero voy a la oración y aquello parece un “Babel”. (Pág. 84)
- … estoy recibiendo de Dios una luz clarísima sobre la vida de fe, oscura, cuanto más oscura mejor, sin nada sensible en la oración, ni fuera de ella. (Pág. 84)
- Cuando voy a la oración sólo sé amar y desear abajarme, hasta el fondo de mi nada, para que Jesús venga a mí. (Pág. 85)
- Al menos por ahora, Leonor desde Argentina y yo desde Bérriz seremos misioneras en la oración. (86)
- Mi estado interior es de paz y gozo. Me alegro de todo, de verme pobre, imperfecta. Vivo agarrada a la mano misericordiosa de Dios, a quien miro para todo. Me esfuerzo en hacer bien lo que tengo que hacer y fácilmente me uno con Dios durante el día, como quien respira una atmósfera que le es habitual. Noto un aumento de fe viva, pero oscura, fe firme, sin luces extraordinarias. Conservo la paz y la quietud interior. Mi oración es algo de esto mismo. Un ejercicio de fe desnuda, un estar persuadida de mi nada y del todo que es Dios. Un pedirle con simplicidad su Espíritu para obrar en todo como Él obraría. Me siento llena de deseos de glorificar al Padre, de espíritu apostólico y de amor a la Iglesia. De todas estas cosas trato con Dios en mi oración. (Pág. 91)
- Tanto a la M. Nieves como a mí nos está tocando llevar, últimamente, pesadas cruces. Necesitamos mucha oración y una fe muy viva para obrar con el acierto que conviene. (Pág. 92)
- Oramos mucho para que mejore la situación y puedan seguir trabajando en paz. (Pág. 97)
- No basta ser piadosas, mortificadas y mujeres de mucha oración… (Pág. 108)
- Le he pedido a Leonor que ruegue mucho por mí, pues el Señor ha puesto en mis manos asuntos difíciles… (Pág. 141)
- Ya de noche, sobre cubierta, oímos por radio el Adeste Fideles, que nos trasladó a Bérriz. Emocionadas y, después de contemplar el mar en silencio un rato largo, nos retiramos a nuestros camarotes. Pensé en los caminos del Señor. Y en cada una de las valientes misioneras que acabo de dejar en Marianas y Carolinas. Desde Bérriz vamos a orar mucho. El amor y la oración lo pueden todo. (Pág. 143)
- Desde Bérriz vamos a orar El amor y la oración lo pueden todo. (Pág. 143)
- Nunca podré tener con (la M. Nieves) más confianza de la que ahora tengo. Le pido que me ayude, que rece por mí al Espíritu Santo… (Pág. 144)
- No me han faltado preocupaciones y trabajos, pero ha sobreabundado el gozo. Sobre todo, el que me proporciona el sentirme llevada por la amorosa providencia de Dios en cada circunstancia de la vida. El paso por estas grandes naciones, adonde el Adveniat regnum tuum no se cae de los labios, me ha hecho mucho bien en mi vida de oración He gozado mucho en el trato con los misioneros. Entre ellos se respira a solo Dios. La sencillez de los isleños me ha calado muy hondo. China y Japón me ha parecido misiones muy distintas, con exigencias diferentes, pero tengo para mí que lo importante, en cualquier misión, es dejar que Dios haga su obra y confiar mucho en la oración. (Pág. 153)
- Hago oración extraordinaria por la noche, para dar gracias por la transformación, y me suspende un deseo grande de ser útil a la Iglesia. (Pág. 177)
- Discurriendo y orando, y haciendo participar y orar a la Comunidad, para decidir con acierto… (Pág. 179)
- He orado mucho para que los dos problemas se solucionen… (Pág. 182)
- Desde hace tiempo todo me invita a vivir en Dios. A buscar el camino de la oración A no descansar hasta que Dios quiera dármela. Quiero seguir a Cristo más de cerca, mantener vivos sus deseos, vaciarme de todo y mantener el hambre de Dios. Gozo deseando un trato más íntimo con Cristo. No lo merezco, pero se trata de que Dios lo quiera. Él lo da siempre a quien lo busca con humildad. Le he pedido que ponga en mí su morada permanente y me siento llena de paz, de gozo, y de un valor que me devuelve a mi centro. No concibo la vocación misioneras sin plenitud de vida interior. (Pág. 205)
- Conferencia a la Comunidad: “La oración y contemplación clave de la vida misionera”… estampando en cuantos pueblos y razas podamos la imagen de Cristo Redentor de la humanidad. (Páginas 228-229)
- Después de que hablamos ayer en Comunidad sobre el espíritu misionero, me parece importante remachar en la reunión de hoy algunos puntos básicos de nuestra formación apostólica. Las misiones son obra del Espíritu y por tanto de la oración. El Reinado de Cristo en el mundo es la única misión de la Iglesia. Comprenderlo así, y convencernos de que somos miembros vivos del cuerpo de la Iglesia, es una gracia de Dios muy especial. Es una llamada a la vida interior del todo llena y perfecta. Nuestro deseo del Reino debe llevarnos a orar continuamente por los misioneros y misioneras, y a pedir para ellos el mismo fuego que el Espíritu Santo encendió en los Apóstoles en los comienzos de la Iglesia. Junto con el espíritu de oración, nada me parece tan importante como el testimonio de vida de las misioneras. La alegría, la entrega, la fidelidad al Padre, la confianza. En misiones se necesitan monjas de mucha vida interior, de probada abnegación, equilibradas y con la mayor preparación posible. (Pág. 167).
- La vida de las Comunidades de Misión supera todas mis esperanzas. Hoy he escrito a las Superiora animándolas a desempeñar su cargo con alegría, alentando siempre. Con entrañas de misericordia para abordar los problemas con cariño y sinceridad. Con una generosidad inalterable con todas. Dando su tiempo y su descanso con afabilidad. Con libertad y sin abatimiento. Persuadidas de que el cariño y la solicitud por todas engendra amor, confianza, respeto, sinceridad, espíritu de familia y libertad. Con la mira puesta en Dios. Con oración continua y fidelidad al Espíritu que las guía y fortalece. Él les ayudará a enderezar los errores y a acertar en cada situación concreta con la voluntad del Padre. (Pág. 214)